Haciendo un recorrido por la historia de España y su economía desde el año 1500 (inicio de la Edad Moderna) hasta la actualidad, se pueden destacar los aspectos que se presentan a continuación.
En primer lugar, nos remontamos
al descubrimiento de América, acontecimiento que tuvo una gran repercusión a
nivel mundial. Con él se produjo la llegada de metales precioso, oro y plata,
que propiciarán el desarrollo del comercio y que tendrá una importante
influencia en la economía española. El oro y la plata permitieron que, durante
décadas los monarcas pudieran financiar su política imperial.
En el siglo XVI, tuvo lugar un
espectacular fenómeno económico que se notó, especialmente, en España: “la
revolución de los precios” (inflación). Las causas de este suceso fueron, por un
lado, el crecimiento demográfico y, por otro, la abundante llegada de metales
preciosos. El crecimiento demográfico llevó a un incremento de la demanda de
productos que, a su vez, provocó una subida de los precios. En lo que respecta
a los metales preciosos, estos significaron un relevante aumento de la moneda
en circulación, lo cual revertió, igualmente, en una inflación de los precios. Dicha
situación también influyó en el campesinado, que estaba obligado a pagar
elevados impuestos de rentas, a lo que se unía los elevados precios, tanto de
los productos básicos, como de las manufacturas.
El hecho de que España se
centrara más en la adquisición de metales preciosos procedentes de América, que,
en potenciar la industrialización, provocó que tuviera un reducido crecimiento en
este sector y un comercio paralizado, por lo que el desarrollo económico
español se vio estancado. El impulso del comercio llegaría con las teorías
mercantilistas provenientes de Europa, las cuales fueron seguidas durante los
siglos XVI, XVII e incluso, XVIII.
En los últimos años de la mitad
del siglo XVII, la economía de España inició un modelo que llegará hasta el
siglo XX y que se caracterizó por la importancia de las zonas periféricas del
país frente a la anterior hegemonía castellana. Hacia 1700, las distinciones de
las diferentes áreas territoriales explicarán el recorrido económico del país
en el futuro.
Tras la Guerra de Sucesión Española (1701-1713),
Felipe V tuvo que afrontar una situación económica y financiera del Estado muy
complicada, puesto que tuvo que luchar contra la corrupción y establecer nuevos
impuestos para soportar la carga fiscal. Con la dinastía borbónica, llegó una
gran renovación de la administración recaudatoria, creando la secretaría de
Hacienda.
Con el crecimiento de los
ingresos provenientes de América, el volumen de deuda pública se reduce a gran
escala.
El desarrollo de la industria
textil catalana, que fue pionera en España, tuvo un papel fundamental en la
posterior industrialización de dicha región.
Durante el reinado de Carlos III,
se fundaron industrias de manufacturas de lujo (porcelana, platería, tapices),
se liberalizó parcialmente el comercio exterior, y desde 1778, totalmente el de
América, permitiendo la creación de compañías internacionales y la apertura de
nuevos puertos para el comercio, tanto en la península, como en América. Además,
durante este reinado se fundó el banco nacional de San Carlos (previo al actual
Banco de España) con el cual se ayudó al Estado, haciendo posible la conversión
de los vales reales en efectivo y la financiación militar, entre otros.
Con el reinado de Isabel II, en
1833, el proceso de industrialización se aceleró. Fue durante este periodo
cuando se empezó a suplir la falta de capitales internos con la inversión
procedente del exterior. La financiación exterior proporcionó, no solo recursos
financieros, sino también adelantos técnicos, ya extendidos por Europa. Esta
entrada de capital hizo posible, entre otras cosas, proyectos de construcción
de ferrocarriles y la explotación de recursos mineros y de servicios públicos
urbanos. Además, en cuanto a la agricultura, estuvo marcada por los procesos
desamortizadores que se llevaron a cabo por parte, principalmente, de
Mendizábal y Madoz.
No obstante, el detonante clave
de la economía española a finales de siglo fue “El Desastre del 98”, que
provocó la pérdida definitiva de las colonias por parte de España. Todo ello,
contribuyó al triunfo de las tesis proteccionistas y a la relevancia de los
mecanismos nacionalistas en el terreno económico. Esto hizo que, a partir del
último cuarto del siglo XIX, se registrara en España una evolución hacia el
proteccionismo, causada por los siguientes factores: la caída de la inversión
extranjera desde 1880, la crisis agrícola del cereal (era más barato abastecer
a las ciudades costeras españolas desde EE. UU., que desde el interior de
España), y las dificultades de la industria textil catalana provocada por la
debilidad del mercado interior y la fuerte competencia exterior.
El comienzo del siglo XX se verá
marcado, primero, por la restauración borbónica y el reinado de Alfonso XIII (1874-1923)
y, a continuación, la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la cual dará
paso a la II República en el año 1931. Desde 1936 hasta 1939, se produjo la
Guerra Civil española. La evolución de la economía española, al finalizar la
guerra, fue catastrófica, con una permanente crisis, un hundimiento de la
producción y una gran caída del consumo. El hambre, la escasez de fuentes de
energía y las enfermedades estaban presente en la vida cotidiana de los
españoles. Hasta entonces, la economía estaba basada en el proteccionismo, pero
a partir del 39, durante la dictadura franquista, este se convierte en un
cierre y aislamiento de los mercados españoles. Sin embargo, en este periodo,
se produjeron grandes avances técnicos a nivel industrial, un auge en la
creación de empresas públicas y un control en los cambios de la peseta.
La economía autárquica se
extiende desde 1939 hasta 1957, año en el que se empieza a gestionar la
apertura de España al exterior. El Plan de Estabilización de 1959, permitió la
integración de España en los organismos internacionales.
Con la muerte de Francisco
Franco, finaliza la dictadura dando paso a la Transición Democrática española
en 1978, cuando se aprueba la Constitución, aún vigente en nuestros días.
En el año 1977 se llevan a cabo
los Pactos de la Moncloa para crear un consenso político y social necesario
para la aplicación de medidas de ajuste que precisaban la situación económica
del momento, y supusieron un cambio radical en el tratamiento de los problemas socioeconómicos.
A partir de 1985, se inició una
fase de crecimiento económico, que se vio impulsada por la entrada de España en
la Comunidad Económica Europea (CEE), lo que actualmente conocemos como Unión
Europea (UE). Este acontecimiento supuso grandes cambios en nuestra economía,
como: la eliminación de aranceles, Mercado Común (implica una unión aduanera y
un libre movimiento entre países) y la entrada del euro en España (enero 2002).
Hasta el 2007, España vive un
proceso de crecimiento económico. La entrada en la UE provoca una bajada del
tipo de interés, lo cual lleva a una burbuja inmobiliaria y a un aumento de los
inversores internacionales. Además, la masiva entrada de inmigrantes atraídos
por el crecimiento sirve para realimentar el consumo y la demanda de viviendas.
De hecho, esta entrada ha representado un gran impacto positivo para la
economía de España, entre el 2000 y el 2007.
En 2008, debido al estallido de la burbuja inmobiliaria, las altas tasas de desempleo, la inflación y la deuda pública, se produce una gran recesión. Las consecuencias de las políticas de austeridad económica (congelación de pensiones, reducción de salarios) produjeron un gran desempleo que llegó a máximos históricos en el 2012. En el 2013 la situación es similar, pero de 2014 a 2019, se produjo una recuperación general del PIB y el paro fue disminuyendo paulatinamente.
La crisis causada por
la pandemia del COVID-19 en el 2020, provocó la paralización de la economía y
del consumo de los hogares y el desplome del PIB. A ello se unió la guerra de
Ucrania, que ha provocado una subida del precio de la gasolina, de los
alimentos y una gran inflación en general. Para luchar con esta inflación, se
está subiendo el precio del dinero (tipos de interés), lo cual encarece las
hipotecas y complica las inversiones y la financiación pública. Esta tesitura ha
reducido las rentas y los ahorros de las familias españolas de manera general,
situación que, desgraciadamente, estamos viviendo actualmente.
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